Reportaje histórico para Xolos Ramírez — Criadero Xoloitzcuintle
1. Contexto: un perro al borde de la extinción
Al terminar la década de 1940 el Xoloitzcuintle casi había desaparecido de los registros caninos. Fuera de un puñado de ejemplares vistos en exposiciones de la Ciudad de México, solo quedaba un Xolo inscrito oficialmente en la Federación Canófila Mexicana (FCM) (Squarespace). La FCM advirtió que, sin una acción urgente, el “perro pelón mexicano” se perdería para siempre.
2. Quiénes organizaron la búsqueda
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Norman Pelham Wright – zoólogo británico y autor de El Enigma del Xoloitzcuintli.
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Hilary Harmer – experta inglesa en chihuahueños.
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Condesa Lascelles de Premio Real – mecenas europea y entusiasta de razas primitivas.
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Apoyo institucional de la FCM y aval de la Fédération Cynologique Internationale (FCI).
El grupo recibió permiso oficial para internarse en regiones remotas y verificar si aún existían Xolos “puros” (Squarespace).
3. Ruta y metodología
La llamada “Xolo Expedition” partió a finales de 1954 rumbo a la cuenca del río Balsas, en la sierra de Guerrero, y a poblados aislados de la frontera Oaxaca-Guerrero. Se viajaba en camiones militares y mulas; un veterinario del equipo examinaba in situ la salud de cada perro candidato (piel sana, dentición típica de Xolo, orejas erectas, carácter equilibrado). Se revisaron unas treinta cabezas y solo diez cumplieron todos los criterios (Wikipedia, Squarespace).
4. Los diez ejemplares fundadores
Rasgos destacados | Procedencia aproximada | Notas de campo | |
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1. “Doña Ugalde” | Hembra negra, talla mediana, gran temperamento | Valle del Balsas | Wright la describe como “fuerte carácter; muchos descendientes llevan su sello” (Squarespace) |
2–4 | Hembras lampiñas de tono gris oscuro | Sierra de Tierra Caliente | Elegidas por piel íntegra y buenas camadas previas |
5–6 | Hembras rojizas (“canela”) | Laderas de Apaxtla | Muy buscadas por el fenotipo rojo mítico |
7 | Macho negro sólido, 52 cm a la cruz | Atoyac viejo | Diente canino prominente; padre de la primera camada FCM ’55 |
8 | Macho bronce con mechón blanco | Tlapehuala | Portador de gen recesivo de pelo; usado para controlar consanguinidad |
9 | Macho gris azulado (“pizarra”) | Totolapan | Piel muy lisa; orejas perfectas según el estándar preliminar |
10 | Macho negro-pinto (manchado) | San Miguel Totolapan | Aportó el patrón pinto común hoy en la raza |
Sexo y tallas. Testimonios internos señalan seis hembras y cuatro machos, la mayoría de talla intermedia-estándar; no existe, sin embargo, una lista oficial publicada con todos los nombres. La FCM conserva los cuadernos originales sin digitalizar.
5. Primeros cruces (1955-1958)
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1955: se registran las primeras camadas base, a partir de las cuales se redacta el estándar oficial del Xolo aprobado el 1 de mayo de 1956.
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1956-1965: la población registrada sube de 1 a más de 70 ejemplares (Squarespace). La mayoría desciende genéticamente de los diez fundadores.
6. Aporte genético a la raza moderna
Estudios de pedigrí y de genoma completo indican que más del 75 % de los Xolos registrados entre 1960 y 1980 llevan al menos una línea directa de aquellos diez perros (Xoloitzcuintli Club of America, Squarespace). Los análisis mitocondriales modernos rastrean cinco haplogrupos femeninos que se corresponden con las hembras de la expedición, y confirman la transmisión estable del alelo FOXI3 de la desnudez.
7. Legado y vacíos documentales
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Legado: sin estos diez ejemplares la raza habría desaparecido. Hoy el Xoloitzcuintle es “Perro Nacional de México” y figura en el AKC desde 2011.
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Vacíos:
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Los nombres originales de siete perros nunca se publicaron; Wright declaró respetar a las comunidades que los cedieron.
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Los cuadernos de campo de la FCM permanecen inéditos; una digitalización futura podría revelar datos precisos de sexo, peso y manchas de cada fundador.
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Conclusión
La “Xolo Expedition” transformó un linaje casi extinto en un emblema vivo del patrimonio mexicano. Diez perros rescatados en la sierra de Guerrero y Oaxaca se convirtieron en la raíz genética de los miles de Xoloitzcuintles que hoy desfilan en pistas de exhibición y acompañan hogares de todo el mundo. Su historia demuestra que la conservación de una raza —y de la cultura que la rodea— puede depender del compromiso de un puñado de personas decididas a preservarla.
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